Transformar nuestra vida requiere revisar nuestros Patrones de Supervivencia, aquellas conductas adoptadas que muchas veces interfieren con nuestro crecimiento y concreción de logros. Estas conductas se sienten familiares, sabemos que calman una emoción, satisfacen una necesidad pero a su vez luego dejan un sabor amargo, a veces culpa, frustración, enojo, tristeza, etc.
Estos comportamientos están asociados a ciertas historias que nos contamos, a toda una cadena de pensamientos y asociaciones emocionales que se encuentran muy arraigados a nuestra mente y nuestra identidad.

“La vida es así, difícil”
“No tengo tiempo suficiente”
“Ya es tarde para hacer eso que quiero”
“Nunca lo voy a lograr”
“Mi cuerpo es muy…”
Estas frases, que son solo algunos pocos ejemplos, resultan la capa superior de la historia que nos contamos. Comúnmente los verdaderos pensamientos y temores vienen de heridas más profundas y estas creencias superficiales solo muestran el patrón al que nos hemos atado para justificar nuestros estados emocionales y poder evitar enfrentarnos al miedo raíz.
Una buena forma de comenzar a desentrañar estas historias, es completar el pensamiento superficial agregando lo que eso implica, por ejemplo:
“No tengo tiempo suficiente” → “No tengo tiempo suficiente entonces no podré hacerlo de manera comprometida”
“La vida es difícil” → “La vida es difícil, siempre voy a sufrir”
“Ya es tarde para hacer eso que quiero, así que voy a continuar haciendo lo que no quiero y estar triste por eso”
“Nunca lo voy a lograr” →“Nunca lo voy a lograr, así que mejor ni lo intento y me quedo con la duda de qué podría haber sido”
“Mi cuerpo es muy...” “Mi cuerpo es muy...y por eso debo ocultarme/maltratarme/descuidarme”
El siguiente paso es preguntarse por qué.
¿Por qué no tengo tiempo suficiente? ¿Por qué no me comprometo a hacer aquello que quiero?
¿Por qué la vida es difícil? ¿por qué siempre voy a sufrir?
¿Por qué es tarde para hacer lo que quiero? ¿por qué voy a continuar haciendo lo que no quiero?
¿Por qué nunca lo voy a lograr? ¿por qué no intentarlo?
¿Por qué digo que mi cuerpo es de tal manera? ¿por qué debo ocultarme/maltratarme/descuidarme?
Es posible que necesitemos volver a preguntar el por qué a estas nuevas respuestas, todo para llegar a la creencia raíz.
“No lo merezco”
“No soy suficiente”
“Me van a abandonar”
“Se van a reír de mí”
“Nadie me quiere”
“No valgo nada”
Estas creencias suelen ser las más fuertes, ligadas al trauma que originó estos pensamientos y en consecuencia nuestros comportamientos limitantes.
El paso siguiente entonces sanar esa herida y reeducar al cerebro, entrenar a nuestra mente para tener creencias más empoderantes, positivas y energizantes. Creencias que nos lleven a pensar en que podemos lograr nuestros objetivos, que si no tenemos las herramientas entonces descubriremos la forma y aprenderemos a hacerlo.
Todos tenemos la posibilidad de crear una mentalidad que juegue a favor de nosotros y que nos ayude a vivir la vida que deseamos, con alegría, con fuerza, con vitalidad y amor. La mente es maleable y una vez que comiences a comprenderla y jugar con ella, verás que el proceso de crecimiento se vuelve tan gratificante que querrás continuar poniendo en jaque viejas creencias y emocionarte con ver hasta donde puedes llegar.
Crea tu propia página web con Webador